Cada órgano produces desechos, el cerebro también lo hace pero a diferencia del resto del cuerpo no cuenta con un sistema linfático, una red de vasos que filtra y elimina los desechos. Ahora un nuevo estudio en el cerebro de un ratón sugiere que cómo los nuestros realizan dicha limpieza, bombeando fluido a lo largo de los vasos sanguíneos, haciendo un lavado de arrastre.
Este hallazgo reportado el 15 de Agosto en Medicina y Ciencia Traslacional podría darnos pistar para entender cómo se desarrollan y podrían ser tratadas enfermedades como el Alzheimer.
Si miran el mapa de sistema linfático en el cuerpo humano, verán un gran vacío en el cerebro, declaró el neurocientífico Jeffrey Iliff del Centro Médico de la Universidad de Rochester. Él y sus colegas encontraron este hecho todo un misterio ya que el cerebro es uno de los órganos más activos y sensibles a la acumulación de desechos.
Los científicos por mucho tiempo suponía que los desechos del cerebro terminaban en el fluido céfaloraquídeo que lo amortigua dentro del cráneo. En la década del 80 algunos investigadores propusieron que ese fluido podría ser bombeado dentro del cerebro para lavarlo y luego bombeado hacia afuera, esta idea no convenció a todos.
Gracias a las nuevas técnicas de imágenes que hicieron posible echar un vistazo en el interior del cerebro de un ratón vivo, el equipo de Iliff vio el proceso en acción. El fluido céfaloraquídeo fluyó a lo largo de los vasos sanguíneos a través de una red de estructuras proteicas tubulares. El fluido recogió los desperdicios acumulados entre las células y los drenó mediante las venas principales.
Estos experimentos comprobaron que una poderosa corriente contínua de fluido céfaloraquídeo en el espacio extracelular del cerebro limpia los desechos metabólicos, declaró el neurólogo Bruce Ransom de la Universidad de Washington que no estuvo relacionado con el estudio.
El equipo de Iliff llegó a demostrar que los cerebros de ratones sin estos canales de limpieza hacían un pobre trabajo quitando los desechos, para ello incluyeron proteínas amiloides, acumulaciones que están asociadas al mal de Alzheimer. Ellos limpiaron los desperdicios un 70% más lento que los ratones con los canales de limpieza con fluido.
Los cerebros sanos producen amiloides normalmente pero el sistema los limpia con frecuencia, según la opinión de los investigadores. En un cerebro con Alzheimer esta proteína se acumula cada vez más y más hasta que forma placas que pueden obstruir el cerebro.
En teoría, se podría prevenir o demorar esta acumulación mejorando el sistema de limpieza del cerebro. La clave es encontrar un modo de activar este sistema, pudiendo de esta manera aplicarlo a otras condiciones neurológicas como el Parkinson o las apoplejías.